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La Iglesia en manos de Dios

Zdjęcie: Marek Borawski/ Nasz Dziennik

Rodeemos a la Iglesia de oración

Wtorek, 12 lutego 2013 (20:09)

Aktualizacja: Poniedziałek, 8 lipca 2013 (11:42)

prof. P. Waldemar Chrostowski, teólogo, biblista, profesor de la Universidad del Cardenal Stefan Wyszyński

 

Se necesita una gran audacia para aceptar la elección como Papa. Pero se necesita todavía mayor audacia para tomar la decisión que ayer tomó el Santo Padre Benedicto XVI. Pienso que hay que considerar esta decisión precisamente desde estas dos perspectivas. Son las dos caras de la misma responsabilidad. En abril del 2005 el cardenal Joseph Ratzinger aceptó con toda humildad su elección a la sede petrina. El testimonio de esto son las palabras que pronunció al comienzo de su pontificado, realizando un profundo diagnóstico de la situación de la Iglesia y de su lugar en el mundo moderno.

Durante casi ocho años del pontificado el Santo Padre incesantemente profundizó en este diagnóstico. Todo el tiempo nos daba a entender que las tareas de la Iglesia son tan dramáticamente difíciles y su presencia viva en el mundo tan necesaria, que la voz y el papel del Vicario de Cristo tienen un significado absolutamente excepcional. Es muy importante la fecha del anuncio de su decisión de abdicar – la fiesta de Nuestra Señora de Lourdes y la Jornada Mundial del Enfermo. No hubo antes ninguna filtración, pero no cabe duda de que el Papa se preparaba discretamente para anunciar su decisión, que maduró no sólo durante días o semanas, sino seguramente durante meses o incluso mas tiempo. Al elegir la fiesta de Nuestra Señora de Lourdes y la Jornada Mundial del Enfermo nos da a entender qué circunstancias y qué razones están en la base de la decisión de abdicar.

El Papa no tiene el deber de presentarnos un certificado médico ni de darnos a conocer los detalles de los diagnósticos medicos referentes a su estado de salud. Quizás con el tiempo sabremos más y entenderemos mejor. Lo importante es, sin embargo, que Benedicto XVI da a conocer que las fuerzas le abandonan. Y como el mismo al principio de la decada de los años dos mil fue testigo de la enfermedad progresiva de su antecesor Juan Pablo II, pienso que su visión de la Iglesia y de su lugar y papel en ella están específicamente marcados por el recuerdo de aquellos sucesos.

Debemos considerar qué audacia supone tomar una decisión tan difíicil. Lo importante es también comprender su sentido y significado más profundo.  Necesitamos mucho más tiempo. Como esta decisión no tiene precedentes (en la edad moderna no ha habido un caso similar) se necesita tambien una oración sin precedentes y una confianza plena en el Santo Padre.Debemos ver esta decisión no como objeto deuna curiosidad y sensación momentánea, sino desde la perspectiva de la fe cristiana. Porque en el Año de la Fe Benedicto XVI a través de esta decisión quiere decirnos algo sumamente importatne, que el hombre es necesario a Dios no sólo cuando es activo y puede trabajar intensamente, sino también cuando tiene que dar testimonio por medio de su vejez avanzada, su sufrimiento y su debilidad, y por el humilde reconocimiento de que la barca de Pedro puede y debe ser efectivamente dirigida por otra persona. La Iglesia vive ahora un tiempo excepcionalmnete importante en el que todos necesitamos muchísima oración.

Probablemente la decisión de Benedicto XVI duratne unos dias o semanas siguientes causará gran sensación, especialmente en los medios de comunicación. Pero pronto todos se acostumbrarán y vendrá el tiempo de sede vacante, con el cónclave y la elección de un nuevo Papa.

 

 

[Tłumaczenie/ Traducción] Katarzyna Chorzewska

Anotado por Bogusław Rąpała

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